Farsa, tragedia y heroína

lahistoriaserepite1La historia se repite siempre dos veces, y allá por el 92, aquí nos daba por cerrar el último acto de la farsa entrando en la modernidad europea con los Juegos Olímpicos, el Cobi de los huevos que, por cierto, era más feo que Sánchez Mato mezclando Jesucristo y marxismo y el Quinto Centenario del descubrimiento de América.

La modernidad era eso, puro postureo. Era noticia que los jugadores de baloncesto de la selección de «atomarporculo» no entraban en las camas de la Villa Olímpica y no lo fue que en un pequeño barrio de las afueras de Madrid un grupo de madres hasta los ovarios de ver a sus hijos e hijas quemando cuchara en las esquinas quedaran un domingo por la mañana con una pancarta y se acercaran a un conocido punto de venta de opiáceos intravenosos con la intención de acabar con la epidemia por las malas y sólo la intervención policial evitó que todo aquel tumulto acabara en una desgracia para el amable emprendedor farmacéutico que acabó con toda una generación de chavales con el silencio cómplice de los medios de la época, y seguro que no fue la única complicidad que permitió que nuestros barrios, los barrios obreros, se inundaran de desempleo crónico, politoxicomanías, delincuencia y desconfianza en el vecino.

Éramos tan modernos que nuestras madres nos gritaban por la ventana eso de “no juguéis con las jeringuillas” y veíamos al vecino del cuarto vender mierda adulterada a los vecinos del segundo que habían conseguido cuatro duros robando el loro del coche del vecino del primero.

Supermodernos con tasas de paro más elevadas que el ego de Pablo Iglesias, sin más salida para la juventud que el menudeo, los robos y la marginalidad. Tan jodidamente cools que abandonamos el barrio obrero porque olía a papel de plata quemado y a sábanas robadas de las cuerdas de tender.

El caso es que Fermín Cacho ganó el oro en los 1500 y que El Bicho se llevó a un huevo de chavales de los nuestros al hoyo y que, como desde la caída del muro, la izquierda se había quedado cazando moscas pues nos callamos como Izquierda Unida en Ahora Madrid y compramos la versión de que aquello fue fruto del vicio y que sólo fue una mala gripe que había que pasar y aceptamos el papel de perdedores per se que la burguesía siempre ha anhelado para la clase trabajadora.

En la repetición de esta historia, en forma de tragedia como no podía ser de otra forma, la ofensiva del capital contra los intereses obreros, con la “izquierda” ya no cazando moscas si no escaños y puestos de liberado político, no iba a quedarse en garantizar una tasa de paro descomunal que permita que los salarios de miseria sean el mal menor del que no tiene ni para comer. No, claro que no se iba a quedar allí, porque si pueden volver a mirar para otro lado mientras nuestros barrios se llenan de narcopisos y el consumo de heroína crece cada año como el pelo de Garzón a la vuelta de su luna de miel, lo harán sin dudarlo y a sabiendas de que una juventud narcotizada pierde su potencial revolucionario, que una sociedad en la que la desconfianza entre iguales se implanta con ayuda del miedo, el individualismo liberal crece igual de rápido que el fascismo sin izquierda organizada. Todo ventajas.

narcopisoQue la izquierda esté comandada por una panda de niños pijos que no vivieron aquel infierno en que se convirtieron nuestras calles con la heroína y con su consumo normalizándose de nuevo en nuestras esquinas, es para acojonarse. Y más, cuando las noticias son silenciadas y ya hasta la “izquierda” vende modernidad ya sea en forma de huertos urbanos o de carriles bici, que es a lo que se dedica ahora esta gente, que defender a los trabajadores es de pobres y recordar la historia para no volver a repetirla de rancios marxistas que no saben mirar hacía adelante. La tragedia va a ser mucho peor que la farsa. El capital ya lo sabía y, bueno, la izquierda es que es muy moderna.

Sergio Escudero@sergiescudero1 

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